El mundo está haciendo una transición a energías renovables, y eso está haciendo que la demanda de metales conductores para motores y cableado crezca de forma notable. El cobre ha sido la elección tradicional, pero cada vez es más difícil extraerlo y producirlo, así que hay gente intentando ofrecer alternativas. Una de las más curiosas es una sorpresa, sobre todo porque hablamos del aluminio, que no es un metal con buena conductividad… hasta que le añadimos algunos ingredientes y creamos una aleación mucho más prometedora.
El futuro necesita (muchos) cables. Un vehículo eléctrico necesita cuatro veces más cobre que un coche normal, y las cosas se van a poner aún más interesantes si tenemos en cuenta que las nuevas centrales de energía renovable van a necesitar mucho cableado para la distribución de esa producción eléctrica.
Expertos de Wood Mackenzie, una consultora en este ámbito, estiman por ejemplo que las granjas eólicas en el mar harán necesarias 5,5 megatoneladas de metal a lo largo de 10 años, sobre todo para los enormes sistemas de cableado en los generadores y para llevar esa electricidad desde las turbinas a la costa.
El cobre es el nuevo petróleo. El precio del cobre se ha disparado en los últimos años, y la creciente escasez ante la demanda ha provocado que en Goldman Sachs lo califiquen como “el nuevo petróleo”.
Los analistas de Fitch esperan un incremento de la producción anual del 3,1% entre 2020 y 2029. Australia, Canadá y Chile son aquí grandes protagonistas junto a Perú y EEUU, pero lo cierto es que extraerlo es cada vez más difícil y costoso. La solución, claro, es buscar una alternativa mejor.
Aluminio al poder. Varias empresas e industrias llevan años haciendo esa transición parcial del cobre al aluminio, algo que permite ahorrar costes: la empresa eléctrica Saudi Electricity Co. ahorró 640 millones de dólares en sus infraestructuras hace seis años, y fabricantes como Toyota han confirmado que usan aluminio en lugar de cobre en modelos como el Land Cruiser.
Buscando un súperaluminio. Este metal es peor conductor, pero es más barato de producir y para ciertos escenarios usarlo compensa. Para otros no, y ahí es donde entras investigaciones como la de Keerti Kappagantula, una científica de materiales del Pacific Northwest National Lab.
Tradicionalmente conseguir un metal más conductor se basaba en lograr metales lo más puros posible, pero esta científica está yendo en la dirección contraria y está “ensuciando” el aluminio con aditivos como nanotubos de grafeno o carbono para producir una prometedora aleación.
No tan bueno como el cobre... La investigación espera acabar ofreciendo esa aleación con una conductividad mejorada. Aún así se espera que como mucho su conductividad sea la mitad de la del cobre, pero que también será la mitad de barato de producir.
Pero tiene sentido usarlo. ¿Por qué usarlo entonces? Pues porque el aluminio tiene sus ventajas. Es mucho más ligero que el cobre, pero además es el metal más abundante en la corteza terrestre (unas 1.000 veces más), lo que hace que sea más barato y más fácil de obtener. La investigación continúa y de momento no han logrado el objetivo, pero sus responsables creen que “están el camino correcto”. Veremos si es así.